Últimamente me he dado cuenta de que en Twitter cuento sobretodo las cosas que me van bien, por lo que puede dar la sensación de que todo es maravilloso. Esto no es demasiado sano para quien pueda leerme, puesto que genera falsas expectativas. La realidad es que, como en todo, hay momentos buenos y momentos malos.
Esta misma semana ha sido una de esas en las que había sobretodo de los malos. Muchísimas cosas que hacer, muy poco tiempo, muchas complicaciones. También, con más síndrome del impostor que nunca. Ese negatividad constante de “¿De verdad valgo para esto?” y de pensar que en realidad las cosas que me han ido bien es simplemente por casualidad.
A toro pasado miras las cosas y ves que no era ni blanco ni negro, sino que se trata más bien de un gris. Pero eso no hace que en el momento en el que lo vives sea menos difícil o menos duro de llevar. El hecho de que parezca que a todo el mundo le va maravillosamente no suele ayudar en momentos de negatividad. “¿Por qué solo a mí me cuesta tanto todo? ¿Por qué para los demás es tan fácil?”
La realidad es que a todos nos pasa. Sólo que algunos comparten más y otros menos. Así que, por si a alguien le ayuda, simplemente quería abrirme un poco y recordar que en la vida no es todo blanco.
Es importante no tener la expectativa de que todo va a ser perfecto. No lo es para nadie, aunque muchas veces las redes sociales den la impresión de que sí.
(Reflexiones iniciales en mi Twitter)